Lluvia intensa y frío: la anunciada llegada del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, coincide con un giro brusco del tiempo hacia el final del otoño. A pesar de ello, muchas personas respondieron al llamamiento lanzado por el Cso Pedro, Adl Cobas y otras organizaciones de la ciudad de Prato della Valle. El llamamiento contenía un mensaje claro: la presencia de Bolsonaro es un insulto para la ciudad y la gente que sale a la calle lo hará para bloquear su llegada. Incluso el título de la manifestación, en la gran pancarta de apertura, no dejaba dudas: “¡Fora Bolsonaro!”, en referencia a las protestas que está recibiendo el presidente en su país, pero también a una inequívoca expresión dialectal véneta.
Escenas de guerrillas en el centro de la ciudad: porras y cañones de agua contra el desfile que se empeñaba en llegar a la basílica de San Antonio para decirle a Bolsonaro que en Padua no caben sus posiciones homófobas, fascistas y racistas. El desfile fue inmediatamente bloqueado por una carga e, inmediatamente después, por un cañón de agua. Ante la presencia de un jefe de Estado como Bolsonaro, el Estado italiano se puso del lado de las posiciones fascistas reprimiendo la disidencia de la ciudad. Durante las operaciones de carga, se detuvo a una chica, que fue liberada por la noche, y hubo varios heridos. Por la noche, se hizo el anuncio: el presidente brasileño cancelaba su visita, precisamente por las protestas de la tarde.
El evento de hoy ha contado con un gran número de ciudadanos, pero ha sido tan grande que ha atraído a grandes delegaciones de todo el noreste y de otras partes de Italia. Bolsonaro representa tan bien la síntesis del “mal contemporáneo” que su presencia ofrece la oportunidad de sacar a la calle los muchos temas en los que los movimientos sociales llevan años trabajando. En los casi tres años de su presidencia se ha distinguido por haber echado por tierra cualquier (tímido) avance en materia de derechos civiles y sociales que hubiera en Brasil; por haber bloqueado la restitución de tierras a los pueblos indígenas; por haber llevado a cabo una guerra de baja intensidad contra indígenas, feministas, activistas sociales; por haber fomentado el aumento de la violencia extractivista en todo el país, especialmente en la Amazonia. Y luego, la gestión negacionista y criminal de la pandemia, por la que fue acusado de crímenes contra la humanidad por una comisión de investigación parlamentaria que apeló a la ONU: el país sudamericano es el segundo del mundo en número de muertes por Covid (más de 600.000), que se concentran en los estratos más pobres y racializados de la población.
Por todo ello, muchas voces se alzaron en la plaza de Padua. Empezando por Lisa de Cso Pedro, que abrió la jornada de movilización de hoy, reiterando que “el odio, la homofobia y el negacionismo no deben tener cabida”.
Mattias, de Rise Up 4 Climate Justice, un movimiento climático recién nacido que el pasado viernes protagonizó una iniciativa en Anguillara, subrayó cómo “los territorios están devastados por culpa de gente como Bolsonaro”. En el Amazonas, el último pulmón verde del mundo está siendo deforestado para dar tierras a las multinacionales, expulsando a los pueblos indígenas”.
Melania de Non Una di Meno Treviso quiso recordar a Marielle Franco, activista indígena negra, asesinada por Bolsonaro, el primer instigador político, y continuó “esta ciudad se opondrá a la llegada de un machista fascista y homófobo y la marea transfeminista se opondrá”. Son nuestros cuerpos en lucha los que hacen que las ciudades sean seguras”.
También intervino un profesor italiano que trabaja en Brasil, justo al pie del Amazonas, y dijo: “como italiano me avergüenzo porque he visto arder el Amazonas, he visto la opresión en Brasil, la pandemia, el asesinato de Marielle Franco, que está hoy aquí con nosotros. Les agradezco que estén aquí”.
Ilaria de Cso Pedro, hablando de la interseccionalidad de las luchas, relanza el día mundial del veganismo, “las especies amazónicas han sido diezmadas en los últimos años también por el consumo de los cuerpos de los animales de abasto. Desde la pandemia de Covid-19, la Amazonia brasileña ha seguido ardiendo y la deforestación ha batido nuevos récords. En el primer semestre de 2020 se ocuparon 3.000 hectáreas de bosque, lo que supone un aumento del 25% respecto al mismo periodo del año anterior”.
Francesco, de Open Your Borders, reitera que “estamos aquí hoy por una razón muy simple, para evitar que Bolsonaro entre en Padua. Estamos hoy aquí porque Padua siempre ha sido una ciudad acogedora, pero con anticuerpos bien entrenados contra el racismo. Por eso estamos hoy aquí para poner nuestros cuerpos en juego. Bolsonaro representa la visión elitista, clasista y racista del mundo a la que nos oponemos firmemente, como también ha demostrado con sus reiterados ataques a los “pueblos indígenas”.
Tras las cargas, la manifestación recorrió las calles del centro de la ciudad para exigir la liberación del manifestante detenido: “Padua ha demostrado inequívocamente que puede enfrentarse a quienes hacen del racismo, del sexismo y del negacionismo climático su manifiesto político. “¡Fora Bolsonaro!” no era sólo un eslogan, sino el grito de una ciudad digna que quería mostrar toda su indignación contra uno de los peores criminales de nuestro tiempo”.
El hecho de que Bolsonaro se retirara de la visita suena como una gran victoria para los que se manifestaron hoy, porque deja claro que la determinación de cientos de cuerpos que resistieron a los cañones de agua y a las porras fue un elemento disuasorio fundamental: “sólo la lucha paga”, por utilizar un viejo eslogan.
Traduzione Alessia Caiazzo.